Autores/as: Fidel Azarian, Maximiliano Busso y Valentina Bianco
Año: 2014
Resumen: El impulso a la extensión como expresión del compromiso social de la Universidad constituyó uno de los grandes aportes de la Reforma del dieciocho (Arocena, 2010). En los tiempos que corren, y tras un largo siglo de debates, podemos decir que hay cierto consenso respecto a que la extensión o proyección social es una misión de la Universidad, junto a la docencia y a la investigación. Nuestra perspectiva es que la aceptación de la extensión como función específica y propia de la Universidad debe ser discutida y problematizada a partir de qué significa dicha labor y cómo se pone en práctica. Como estudiantes que participamos en el proyecto de proyección social de la Universidad Católica de Córdoba: “Del conflicto con la ley a la ciudadanía”, asumimos que un buen modo de plantear dichos interrogantes es hacerlo a través de una reflexión y una crítica sobre nuestras prácticas .En primer lugar, decimos que la noción según la cual la “extensión” es una función específica de la Universidad, es decir un compartimento particular y separado de la labor universitaria, es una concepción elitista y excluyente porque presupone que hay un adentro (la Universidad) y un afuera (aquello que se nombra como “Sociedad”) al cual extenderse. Quizás habría que hablar de transferencia, la cual, en lugar de ir hacia algún afuera, implica hacerse cargo de cierta exterioridad constitutiva que exige trabajar en con ese otro excluído. El problema es que la noción de transferencia no debe entenderse de modo unilateral: los universitarios no somos aquellos sujetos idóneos para iluminar con nuestra experticia a las colectividades que padecen injusticias, y éstas no son grupos pasivos receptores de conocimiento que no pueden por sí mismos plantearse objetivos para superar aquellas situaciones opresivas. De lo que se trata es de un trabajo colectivo y dialógico, donde el conocimiento se construye entre todos los actores involucrados y el objetivo último es contribuir a la emancipación humana. En ese sentido, la pregunta que nos planteamos desde nuestro lugar de universitarios es cómo abrirnos hacia el otro, cómo soltarnos, cómo des-sujetarnos, para dar lugar a la fecundidad de los encuentros, bajo la lógica difícil pero posible de la igualdad.